Interacción social en Puerto Edén
La
literatura existente muestra el significado que ha tenido el contacto
del blanco con la población autóctona, pero muchas veces considera al
"blanco" como si se tratara de una entidad homogénea. (1)
Con el transcurso
del tiempo, Puerto Edén ha llegado a ser punto intermedio entre los dos
grandes núcleos preponderantes de poblamiento del sur de Chile, a saber,
Puerto Montt y Punta Arenas, favorecido por el tráfico marítimo, el cual
ha contribuido al desarrollo de las actividades comerciales de la población
en el campo de la pesca, recolección y preparación de mariscos.
La heterogeneidad
del grupo humano no-autóctono de Puerto Edén ha dado lugar a que éste
experimente influencias recíprocas que interactúan sobre la población
indígena. Los kawésqar hacen claramente la distinción entre chilotes y
pobladores procedentes de otros puntos del país. Esto se ve reflejado
tanto en las interacciones sociales como en el léxico: el chilote es denominado
kstapón o, despectivamente, kstaporái; el
resto de la gente es jemmá (blanco), o bien pascéwe
(extranjero, no chileno), si se da el caso.
Los contactos de los
kawésqar con los chilotes, antes de que Puerto Edén se constituyera como
punto de colonización, se remontan a la época en que proliferaba libremente
y sin control el comercio de pieles de mamíferos marinos. Los lugares
de parición eran frecuentados tanto por indígenas como por cazadores chilotes
y loberos de Punta Arenas, favoreciendo el contacto. Como resultado de
éste los indígenas obtenían alimentos, algo de vestuario, y los cazadores,
por su parte, pieles y mano de obra para su preparación. Instrumentos
tales como cuchillos y hachas, así como también las chalupas y armas de
fuego atraían a los indígenas, produciéndose frecuentes robos, que terminaban
posteriormente en matanzas de hasta familias completas de alacalufes;
también los raptos de mujeres y muchachas eran frecuentes por parte de
los loberos.
A pesar de que estos
contactos eran relativamente frecuentes, los indígenas nunca tuvieron
oportunidad de permanecer por períodos prolongados junto a grupos no-autóctonos.
Esto se produjo tiempo después con la instalación de los dos puestos militares
ya mencionados: el faro San Pedro y la estación meteorológica de la FACH
en Puerto Edén.
Aparte de los cambios
en la vivienda, la alimentación diferente que lograban produjo un abandono
parcial de las prácticas de caza, y su asentamiento junto a grupos no-autóctonos
condujo al cese de las antiguas ceremonias tradicionales, aunque se ignora
si las seguían practicando secretamente durante sus incursiones por los
canales. (2)
La presencia de los
funcionarios de la FACH permitió el desarrollo paulatino del bilingüismo.
Los indígenas adoptaron el español de la zona central, favorecido además
por el cumplimiento del Servicio Militar por parte de algunas individuos.
Con la incorporación
de colonos de Chiloé los indígenas adoptaron el sistema de vida chilota,
así como la alimentación y vestuario. Lo mismo sucedió con las escasas
minorías no-autóctonas de la zona de Puerto Montt y del norte, las cuales
abandonaron su sistema de vida agrícola, adoptando algunos un sistema
mixto agrícola-marítimo, mientras que otros combinaron el comercio terrestre
o actividades madereras a menor escala con el comercio marítimo.
La instalación del
almacén de la ECA alteró el sistema económico de los indígenas, pues no
podían emplear el trueque y se vieron obligados a utilizar el dinero.
Poco a poco comenzaron a aprender el valor de la moneda, haciendo fluctuar
los precios de sus productos artesanales. No obstante, el sistema de trueque
persiste, y es utilizado ocasionalmente tanto por los indígenas como por
la comunidad no-autóctona.
La presencia de grupos
no-autóctonos en contacto permanente con los indígenas impuso el uso del
español, contribuyendo al desarrollo del bilingüismo, con una restricción
notoria de la lengua materna, ya que los indígenas utilizan su lengua
exclusivamente cuando no están en presencia de miembros de la comunidad
no-autóctona, aun ante aquéllos que se han integrado al grupo por matrimonio.
Como la comunidad
no-autóctona no es homogénea, el español alacalufe varía según el contacto
con cada grupo; al mismo tiempo es posible advertir variedades de uso
dentro de la comunidad no autóctona. Así, por ejemplo, y dada la preponderancia
de colonos procedentes de Chiloé, las minorías de la zona del interior
de Puerto Montt, zona central y otros puntos, adoptaron la terminología
marítima chilota.
Otros factores que
han contribuido al desarrollo del bilingüismo por parte de los indígenas
son el cumplimiento del Servicio Militar, la instrucción recibida en la
escuela, el desempeño de trabajos en ciudades o centros laborales, y el
uso de receptores de radio a baterías. El aprendizaje del español escrito,
ya sea en la escuela o durante el Servicio Militar, ha servido como medio
de comunicación con parientes u otros miembros de la comunidad indígena
que se hallan en los centros de población más grandes al sur de Puerto
Edén ( Punta Arenas, Puerto Natales ) . Esta comunicación epistolar ocasionó
la asunción de roles dentro del grupo, desempeñados preferentemente por
los jóvenes y niños que recibían instrucción escolar, los cuales comenzaron
a desempeñar el papel de escribas.
Siendo
el español la lengua dominante -en un sentido extenso- por razones socioculturales,
ésta opera como código impuesto en las interrelaciones del grupo indígena
y el no-autóctono; sin embargo, existen ciertos factores que han traído
como consecuencia interferencias en la competencia comunicativa (3)
del grupo indígena.
Estas interferencias
se manifiestan tanto en lo que denominamos comunicación interna
como externa. Entendemos por comunicación interna aquella
que se realiza exclusivamente entre los miembros de la comunidad indígena,
y externa aquella que se efectúa con la comunidad no-autóctona.
El desarrollo de la
competencia lingüística en este código impuesto, sufre limitaciones debido
a factores psicosociales que actúan como interferencia en la competencia
comunicativa: el indígena evita en parte la comunicación con los miembros
no-autóctonos de la comunidad, tratando en cierto modo de permanecer desapercibido.
Esto se explica por
los poco afortunados contactos que tuvieron con los antiguos loberos,
lo cual ha contribuido a que se desarrolle una desconfianza natural hacia
los grupos no-autóctonos. Por otro lado, las enfermedades que han diezmado
en parte a los indígenas (4) son atribuidas a su contacto
con tales grupos; además, existe un sentido de antagonismo frente a la
competencia comercial que se registra con el tráfico de barcos. Según
los indígenas, si la población no-autóctona no estuviera en Puerto Edén,
habría más oportunidad de efectuar operaciones comerciales, no limitadas
sólo al producto de su escasa artesanía, sino también a la venta de mariscos
y crustáceos.
Sin embargo, la internación
de colonos en los territorios indígenas no es considerada como una apropiación
de ellos, en términos de conquistadores y sometidos. El antagonismo sólo
se refleja en razón de la competencia comercial.
Frente a este antagonismo
y reticencia a la comunicación, el indígena se ve obligado a entrar en
relaciones con los otros grupos en pro de la adquisición de bienes materiales
y alimentos, que sólo el blanco puede proporcionarle. Hay que tomar en
cuenta, además, que el indígena depende enteramente del blanco en materias
de salud, trabajo esporádico, servicios especializados (por ejemplo, aserraje
de maderas para la construcción de embarcaciones), préstamo de bienes
materiales fuera de su alcance (como embarcaciones mayores, herramientas,
redes), etc.
A mi juicio, los factores
psicosociales impiden que la competencia lingüística del español alcance
un desarrollo mayor; no obstante, este fenómeno se registra preferentemente
en las generaciones más viejas. Las nuevas generaciones que han tenido
mayor contacto con grupos no-autóctonos -como consecuencia de su asistencia
a la escuela, actividades laborales en centros de trabajo relativamente
cercanos (por ejemplo, en la mina de caliza de la Compañía de Acero del
Pacífico, o actividades madereras en la zona del Canal Baker), a lo que
se suma el cumplimiento del Servicio Militar y trabajo en ciudades-, han
desarrollado una competencia lingüística mayor del español, pero al mismo
tiempo se ha producido un desmejoramiento en la competencia lingüística
de su lengua materna, ya que ésta alcanza un desarrollo a través de un
lapso más extendido, produciéndose, a su vez, interferencias en la competencia
comunicativa dentro de su propio grupo.
De este modo, nos
encontramos con una competencia diferencial en el grupo indígena, tanto
en lo que concierne a la lengua autóctona como al español.
En cuanto a interferencias
en las interrelaciones sociales de los grupos no-autóctonos y la comunidad
indígena, podemos señalar los siguientes factores:
a) Competencia comercial:
Hasta hace unos pocos años la única artesanía que se podía encontrar en
Puerto Edén era producida por los kawésqar. Hoy, debido a un desafortunado
proyecto implementado por una institución de Punta Arenas, una de las
mujeres kawésqar enseñó a mujeres chilotas la confección de canastos de
junquillo y botecitos de piel de lobo y corteza. Como consecuencia, actualmente
son los pobladores chilotes quienes comercian con tal artesanía con turistas
de los barcos que pasan por el lugar. Antes se producía una especie de
equilibrio en el comercio: los kawésqar vendían su artesanía y el resto
de la población productos del mar, incluso se había prohibido la confección
de esta artesanía por parte de la comunidad no-autóctona. En la actualidad
los kawésqar casi no confeccionan esta artesanía y la poca que fabrican
la remiten a Punta Arenas, donde parientes las venden en kioscos artesanales
o en ferias artesanales.
b) Desconfianza hacia
el indígena: Motivada por el desconocimiento de su modo de actuar, con
la preconcepción de que todo indígena no es confiable.
c) Mayor atención
por parte de las autoridades hacia el indígena: Parte de la comunidad
no-autóctona se ha sentido desplazada ante la preocupación que existe
en materias sanitarias, vestuario y alimentación de la comunidad indígena.
Además, hay que considerar que ésta ha sido el centro de atención en las
investigaciones, lo que los excluye de todo posible beneficio por parte
de las expediciones científicas.
Como
factores puramente lingüísticos pueden señalarse diversos grados de gramaticalidad,
lo que necesariamente implica grados de aceptabilidad. El bilingüismo
alcanzado por el grupo indígena, naturalmente, registra distintos niveles
con las interferencias propias que son susceptibles de encontrar en el
plano de dos lenguas en contacto. Por otra parte, al considerar el grado
de bilingüismo, hay que tomar en cuenta la perspectiva sociopsicológica
en el proceso de aprendizaje de la segunda lengua. En el presente caso,
la motivación es tanto instrumental como integrativa (Lambert,
1967, en Pride, J. B. y Janet Holmes: 345).
El carácter instrumental
es claramente manifiesto si consideramos la dependencia del indígena respecto
de la comunidad no-autóctona de Puerto Edén y del blanco en general, factor
que señalamos anteriormente. El carácter integrativo se advierte preponderantemente
en los miembros más jóvenes del grupo, manifestado por el deseo de ser
aceptado en el seno de la comunidad blanca por insatisfacción de su propia
cultura, en términos de alcanzar un status más elevado, tanto socioeconómico
como cultural. Sin embargo, el deseo de llegar a ser miembro de la otra
comunidad cultural no es posible realizarlo en la localidad en que habita.
El indígena puede integrarse parcial mente a la comunidad no-autóctona
de Puerto Edén, pero no apartarse de su propio grupo y desconocer su pertenencia
a él. Tratándose, además, de una comunidad tan pequeña, la integración
nunca llegaría a ser completa, de manera que la motivación integrativa
implica la emigración del sujeto hacia la ciudad. Allí, tal motivación
se acentúa hasta el punto de rechazar completamente la lengua materna
y desplazarla por el español, aun frente a individuos de su propio grupo
étnico, sin la presencia del blanco.
Notas
(1)
Algunos autores hacen la distinción entre blancos y chilotes (cf.
Emperaire 1963: 70-73; Gusinde 1974: 107-113), siendo estos últimos
descendientes mestizos de los huilliches de Chiloé, los cuales
forman el porcentaje más alto de la población de la Isla
Grande y archipiélagos de Chiloé; para nuestro propósito
consideraremos a los chilotes dentro de la categoría "no-autóctona",
dado que el número de colonos procedentes de Chiloé establecidos
en Puerto Edén no está compuesto exclusivamente de "chilotes
puros".
(2)
Al parecer sucedía esto y es posible que hasta hacemás de
veinte años tuvieran lugar tales ceremonias secretas. En nuestro
primer trabajo de campo (1975) pudimos constatar la presencia de tonsuras
en algunos niños. Su reticencia a hablar sobre estos temas no nos
permitió penetrar en el asunto. Los sujetos observados con tonsura
todos masculinos, eran entre las edades de 8 a 12 años.
(3)
D. H. Hymes (Hymes, D.H. 1971: "On Communicative Competence", en Pride,
T. B. y Janet Holmes Sociolinguistics 1972: 269-293. Penguin) ha
observado que en el proceso de aprendizaje de una lengua, un niño
normal no sólo adquiere el conocimiento de oraciones gramaticales,
sino también las apropiadas. Adquiere, en otras palabras, una competencia
que le permite saber cuándo hablar, cuándo no hablar, sobre
qué hablar y con quién, cuándo, dónde y de
qué manera hablar. La adquisición de tal competencia es,
por supuesto, proporcionada por la experiencia social.
(4)
V, Emperaire (1963: 86); Laming, Anette En la Patagonia, Confin del
Mundo, 1957: 264. Santiago de Chile, Editorial del Pacífico:
"...las enfermedades venéreas, probablemente desconocidas de esta
gente -al menos en su forma europea-, adquieren espantosas proporciones.
Epidemias de diversas enfermedades, hasta entonces desconocidas, causan
estragos".
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