Kawésqar

Óscar Aguilera Faúndez
Etnolingüista
Universidad de Chile

De las tres etnias del extremo sur de Chile, onas, yaganes y alacalufes, conocidos con la denominacion general de fueguinos, sólo los alacalufes subsisten, mas llevan consigo la dramática condición de grupo étnico en extinción. Con ellos se perderán para siempre sus tradiciones, sus antiguas leyendas, su visión del mundo y los hechos de su vida de "nómades del mar".

En medio del extenso territorio de la Patagonia Occidental se halla la Isla Wellington, y en ella Puerto Edén, el último reducto de los Kawésqar o alacalufes septentrionales. Wellington es la mayor de las islas del archipiélago patagónico occidental, con una superficie de más de siete mil kilómetros cuadrados. Su costa oriental la baña el Canal Messier hasta la Angostura Inglesa, siguiendo luego el Fiordo del Indio y el Canal Ancho; hacia el oeste se encuentra el Canal Fallos al norte, y el Canal Trinidad al sur. Desde 1936, el grupo Kawésqar se afincó en Puerto Edén, reduciendo su emplazamiento territorial, que como grupo nómada se extendía en el territorio de la Patagonia Occidental comprendido entre la boca meridional que conduce al canal Sarmiento, finalizando en el margen sur del Golfo de Penas. Un estudio sistemático y de mayor alcance de esta etnia sólo ha sido llevado a cubo por dos eminentes antropólogos, Martin Gusinde y Joseph Emperaire, por ello la historia del grupo puede dividirse en dos categorías: una formal, representada por la obra de Gusinde y Emperaire, y otra informal que data del siglo XVII en adelante, con testimonios que son básicamente crónicas de viaje e informes de expediciones científicas interesadas en otros aspectos, como ser la flora y la fauna e hidrografía de la zona. Ya en su libro Los Nómadas del Mar, donde expone los resultados de sus dos expediciones, Emperaire observa que lo más importante que se podía conocer de los alacalufes que él estudiara es el testimonio -que él llama Testamento- de la vida mental, social y religiosa de esta minoría que según él está en trance de perder su unidad étnica por la muerte de la mayor parte de ellos y la asimilación de los más al mundo occidental. Los elementos de la cultura material, la mayor parte de los cuales son objetos fungibles por el hecho de ser propios de la cultura nómada de cazadores-recolectores, han desaparecido, perdido ya el valor que los hacía eficaces para su medio. Lo mismo ocurre con la mayoría de las tradiciones y manifestaciones de su vida religiosa.

El grupo actual de Puerto Edén consta de doce persona y en él se sigue apreciando el signo de deterioro del cual hablara Emperaire. El adulto joven de entonces ha fallecido o es senescente. Los niños de aquella época hoy son los adultos actuales que han sobrevivido a la mayor epidemia que se dio aproximadamente en 1948, en la cual murió gran número de nativos. Las condiciones de vida distinta a la ancestral, que impone la cultura dominante, trajo como consecuencia la escisión del grupo kawésqar, pues muchos migraron a la ciudad - Punta Arenas y Puerto Natales - en busca de una mejoría económica, convirtiéndose en un grupo urbano que a duras penas sobrevive.

En un comienzo la migración se encontraba representada por jóvenes de ambos sexos que salieron de Puerto Edén al no encontrar ninguna instancia modélica eficiente a la cual podrían adscribirse para desarrollar una vida deseable. El deseo de salida se hizo más fuerte en la medida en que los adultos se dieron cuenta de su propia carencia de futuro. Este grupo de jóvenes ha recibido educación y forma parte del sistema de vida blanco, reuniéndose con sus padres y parientes por cortas temporodas. Si conservan residuos del antiguo pasado kawésqar no es sino una instancia inconsciente que en cierta medida los desfavorece socialmente. Hay otro grupo, de varones jóvenes, que no ha recibido instrucción y sus expectativas son restringidas, trabajan fundamentalmente bajo las órdenes de chilotes en la recolección y preparación de la cholga seca o extracción de centollas y ostiones. Al grupo de jóvenes se han sumado algunos adultos, con las mismas expectativas, desarrollando un poco exitoso comercio de artesanía, basando principalmente su subsistencia en pensiones de gracia otorgadas por el gobierno.

La institución social básica del grupo sigue siendo la familia. No se reconocen clanes ni jefes, sino familias que se caracterizan como relativamente extensas y de tipo paternal en términos no absolutos.

Cuenta un antiguo mito kawésqar que éstos son hijos de la mujer sol. Ahora, al final del siglo contemplamos su ocaso. Testimonio de su existencia quedarán las voces y cantos que algún investigador ha registrado, y sus rostros capturados en un fugaz momento de su existencia por la cámara fotográfica. Estos son aquellos rostros de aquellos hombres y mujeres, hábiles conocedores del mar y su entorno, primigenios habitantes del confín de América del Sur.


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