Introducción:
Una operación de rescate cultural

Óscar Aguilera Faúndez

La investigación en torno a la lengua alacalufe (kawésqar) se remonta al siglo XVII; sin embargo sólo hasta hace unos pocos años ha sido objeto de un tratamiento con las técnicas modernas de la descripción lingüística.

La dramática condición de grupo étnico en extinción hacía imperiosa una tarea que se había postergado debido a diversos factores, entre los cuales pueden señalarse las dificultades que presenta un trabajo de campo en una zona tan apartada y aparentemente inhóspita.

Trabajos etnológicos tan importantes como los de Gusinde y Emperaire son, no obstante, lingüísticamente débiles, y reflejan la condición de un pueblo de hace varias décadas, muy diferente del que puede observarse hoy día. La ocupación gradual de los antiguos territorios indígenas por parte del blanco ha ido produciendo un proceso de transculturación, con la consecuente pérdida de las antiguas tradiciones y costumbres. Sin embargo, a pesar de la paulatina extinción física y cultural de los alacalufes, estos han conservado su lengua.

Lamentablemente, el número de hablantes se ha ido reduciendo, y actualmente sólo sobreviven aproximadamente menos de 20.

La tarea de describir la lengua alacalufe ha sido planteada como uno de los aspectos de la llamada "Antropología de salvataje", propuesta en una conferencia internacional patrocinada por la Wenner Gren Foundation y la Smithonian Institution en 1966 (cf. Current Anthropology, vol 8, No. 4, 1967:389). La urgente necesidad de rescatar un documento tan importante, perteneciente a nuestro patrimonio cultural, y a fin de contribuir, dentro de mis limitaciones, al conocimiento del hombre americano, inspiró la realización de una investigación que se inició en 1975 en la Universidad de Chile y ha contado con patrocinios del ex Instituto Profesional de Santiago, y desde 1989 con financiamiento de Fondecyt.

En las secciones que siguen, presentaré diversos aspectos de esta labor de investigación, que se ha desarrollado ininterrumpidamente a lo largo de 20 años, aunque su difusión haya sido parcial. Con ello tal vez se cumpla esta "operación de rescate cultural" y, como apunta Antonio Tovar, "(...)hay que tener presente que las lenguas indígenas, en sí mismas y en sus relaciones, son un archivo de la historia de América. En cada lengua que se ha extinguido y se extingue, desaparece un alma única, una entidad cultural que es individual e insustituible, pero además, con ella se va un documento necesario para conocer el pasado de América".

 


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